viernes, 8 de octubre de 2010

Mi estación de MILAN y mi compromiso como laica Scalabriniana

Nos escribe Elena Astengo de Liébana (5to"A")
En el año 1994, falleció mi esposo, quedamos solos, mis hijos y yo, Hernán era integrante del grupo, los VAGABUNDOS DE CRISTO, SCOUT DE POMPEYA, y Walter con un serio problema mental, y yo catequista. Creí que todo se derrumbaba, la comunidad nos acompañó muchísimo y sentí entonces que era mi familia, eternamente agradecida.
Traté de reanudar mis actividades y la catequesis, me preocupaba como decirle a los niños lo que me pasaba. Y seguí también con el negocio familiar, pero era difícil….fuimos a la semana a la misa por el duelo, el padre Luciano me dijo después que ya le había echado el ojo a Hernán para ser sacerdote.
El padre Celso también me había comentado en el año vocacional que le veía condiciones. Yo me refugié en Dios, participé del grupo de viudas del MFC, en los grupos de Renovación Carismática, buscando ayuda y sanación para mi otro hijo. Buscaba fuerzas que me faltaban, estaba acostumbrada al respaldo de mi compañero de ruta, que con tanta generosidad se brindaba. En ese momento sufrí tremendamente su ausencia. No se notaba cuando estaba por su humildad y discreta presencia.
Pensé entonces consagrarme como laica cristífera, tenía la seguridad, como así también mi hijo Hernán, que Jesús nos acompañaba y nos señalaba el camino….pero aunque ya tenía fecha para viajar a Azul, para entrar en el INSTITUTO, no pudo ser. Hernán estaba haciendo su propio camino de consagración, un día al ver el libro de padre Tarcisio sobre su cama, me di cuenta que era una señal, el entraría al seminario Scalabriniano, que era eso? Porqué ¿ no podría ser diocesano?, no me dijo, Scalabriniano o nada…entonces me dijo porqué no vas a conocer?
Y fui….me recibieron muy bien, el padre Constanzo, el padre Sergio y el padre Flavio. Había un encuentro de laicos en Merlo…habían venido de Italia del congreso de espiritualidad Los testimonios eran riquísimos, hablaban del “jeito de ser” Scalabriniano, una manera de ver la vida…desde la óptica de Scalabrini, era el año 1996, previo a la beatificación de Mons. Scalabrini.
Me confesé con el padre Francisco, sentía como pecado (siendo catequista) mi resistencia a la consagración de Hernán. Me dijo que pidiera ayuda a Dios que me ofreciera y así lo hice.
Se pedía para organizar el laicado Scalabriniano, delegados de varias regiones de la provincia, el padre Francisco dijo que yo podía, “haciendo camino al andar”, tales fueron sus palabras, representar a BAHIA. Todo un signo….hablé entonces de la realidad que conocía….en la parroquia, los italianos….y chilenos…en la región los bolivianos…todo eso que conocía por Hernán, ya que como padres acompañábamos la preparación de las misiones, las revistas, los boletines, las reuniones en casa…las experiencias compartidas….
Para la noche buena de 1996, la última que pasaba en casa, quiso que fuéramos a compartirla con WALTER a una casa muy humilde del Sauce. Todo fue hermoso en su sencillez, preparaban un pesebre viviente, ….al lado de un horno de barro, se hizo el altar, la gente comenzó a llegar caminando luego de un arduo día de trabajo en el campo, las mujeres con sus niños envueltos en aguayos, me movilizó tanto, que le dije que me gustaría ser catequista, dejar la catequesis en parroquia…Me aceptaron en la Comisión de Pastoral Migratoria, después entendí que era una forma de ayudar a Hernán para que se fuera más tranquilo.
Yo seguía con la idea de la consagración que había prometido en un momento de desesperanza, pero no se daba, el padre Ildo me comentó entonces que había muchas formas de consagrarse, manteniendo mi estado de laica, al servicio de los migrantes como Scalabriniana y dando a conocer el carisma y la problemática migratoria en la sociedad, en los ambientes.
Hicimos experiencias fuertes de misión y encuentros con las comunidades de migrantes, al llegar el padre Aldo, retomó la idea del laicado, ya tratando de consolidar un grupo, el 23 de mayo de 1999 un día de Pentecostés nos reunimos por primera vez como grupo de base, con catequistas, Silvia Reale, Marta Pelosi, Ingrid Aro y otros que tuvieron un paso fugaz…., mi idea era ir a los encuentros de Buenos Aires para formarme, fortalecerme espiritualmente y vivir mi fe, tratando de concretarla en obras al servicio de los migrantes.
Era también una forma de abrir mi mente a otras realidades y no sobreproteger a mi hijo, salir del círculo donde encerrarme no nos hacía bien, y entonces “ser Scalabriniana” era bueno por partida doble, ayudando me ayudaba, hacer carne lo que decía Scalabrini, “amar la cruz”, (se hace más liviana y dulce si la aceptamos…).dejé de ser la mujer encorvada que mira solo su problema, la enfermedad de mi hijo (tenía entonces altos y bajos) le pedí una gracia a Scalabrini, que aunque sabía que era imposible una sanación, me fuera posible llevar la dificultad lo mejor posible…se lo pedí en presencia de padre Aldo que me ayudó mucho, bendijo a Walter en una de sus crisis…y esa gracia se dio, la ciencia a logrado medicinas que ahora hacen más llevadera la enfermedad. La compañía de religiosos y hermanos que han orado y siguen orando por él, me confortan. Darme cuenta de la realidad, de tantos migrantes que dejan su tierra, confiados en la providencia, que traen su bagaje cultural y su fe que les permite rehacer y organizarse en tierra extraña como colectividades y con ayuda de gente solidaria, asimilarse. Me permitió renovar mi compromiso como cristiana activa al servicio de los demás…y creo que ser Scalabriniana es también dar testimonio en la comunidad parroquial, colaborar en la misión de los sacerdotes Scalabrinianos, en lo que esté a mi alcance…
En el jubileo del año 2000 fuimos a Guaporé al encuentro de laicos, Allí me encontré con Hernán que estaba haciendo su noviciado en Porto Alegre, al volver participé en la diócesis como laica Scalabriniana, conociendo a hermanos de otros movimientos laicos, cursillistas, además del movimiento familiar cristiano, de la renovación, legión de María, Comunión y liberación.
Creo haber hecho mi aporte dando a conocer el carisma y problemática, escribiendo en el BOLETIN ECLESIASTICO durante tres años…acompañada por el Padre Roberto Buckle. A iniciativa de Mons. Rómulo García participé en el Organismo del apostolado para los laicos, del que fui secretaria y luego presidenta por siete años, concurriendo a innumerables congresos nacionales, teniendo la oportunidad de presentarme como laica Scalabriniana y concurriendo a las asambleas de los laicos Scalabrinianos de la provincia de San José, donde se fueron dando los lineamientos del laicado Scalabriniano en una espiritualidad de servicio y compromiso con el migrante, la comunidad misionera y la pastoral migratoria y vocacional.
Hoy después de quince años renuevo mi compromiso de servicio a la comunidad y a los migrantes y ofrezco todo el material que he acumulado a lo largo de estos años para que otros puedan hacer su camino, y me comprometo a seguir transmitiendo a los que quieran recibir, el material que me llega por distintos medios, ya sea por el secretariado, por el padre Hernán, por otras personas comprometidas, por publicaciones o por este hermoso medio informático, propicio para una formación permanente que es Internet, el progreso al servicio del hombre, tal cual lo visualizaba Mons. SCALABRINI., hace cien años.
Ahora también pidiendo la protección del siervo padre Tarcisio Rubin, aquel que señaló la partida de Hernán al Seminario, el que murió en Calilegua, en las altas cumbres, donde también fue como seminarista…Creo en los signos, por eso le he pedido especialmente por padre Francisco en su enfermedad, porque un misionero, seguramente intercederá por otro, más si hay una misión incompleta que tiene que hacerse todavía..
El grupo de laicos Nuestra Sra. de Pompeya, se reúne mensualmente para compartir momentos de formación y oración en mi casa y lo considero una gracia más. Estamos dispuestas a seguir colaborando, en la liturgia, en la caridad paso a paso, marcando la presencia allí donde estemos, en el lugar donde Dios disponga, ahora con la compañía de Juan Francisco, que nos acompaña y anima a seguir en el camino, a pesar de la edad, que a veces parece jugar en contra de nuestro deseo de servir….Creo sin embargo que una muestra de unidad en la diversidad, es compartir experiencias con hermanos de distinto estado y edad, ya que nos une el mismo espíritu y carisma. Le pido a Dios que no me deje bajar los brazos, y espero al fin del camino, poder presentarme con algo hecho para lograr su misericordia, por mis faltas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Free counter and web stats