Recuerdos del sábado a la tarde

En esta tarde tan fría, sin pizarrón ni guardapolvo blanco, la repentina alegría de una taza de chocolate me recuerda la sensación de maravilla que, siendo estudiante celebramos como meta y recompensa de la resolución de una bolilla de Matemáticas: los logaritmos!
Acuciados por la emergencia de una prueba escrita nos pusimos a estudiar, pero nos invadían inevitablemente el tedio y la depresión. Y era un sábado a la tarde!!!!!
Estamos en la edad de la reflexión en la que se deja vagar la mente buscando restos de ternura y de pronto el desfile de añoranzas nos acerca momentos gratos del pasado…..
Hoy leía “El valor de las cosas no está en el tiempo en que duran sino en la intensidad con que suceden”. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables cuya presencia hoy podría resumir con cuatro letras TITA (la mamá de Susana Diez). Tita nos cobijaba en su enorme casona con una impecable galería y el inconfundible aroma de una torta de chocolate (rellena, por supuesto) y un enorme tazón de chocolate bien calentito.
Ese olor se adentró en mi alma y se afincó en ella con la tibieza inigualable del cariño filial. Jamás pude igualar su receta. Parece existir un elemento que torna perdurable un sabor, más allá de los ingredientes y el contenido un don misterioso.
En la hermosa recepción que nos brindó, su permanente cariño, esa cálida y respetuosa compañía aprendimos el arte sereno de escuchar la espontánea ternura que rodea todo quehacer materno. En nosotros se perpetuó su recuerdo y cada vez que huela o comparta una taza de chocolate me estará contando su historia….como cuando Tita nos hablaba con el idioma del corazón.

Mirtha Eleno 5to “C”