Estábamos haciendo las prácticas en Primer Grado y tuve que dar : Animales domésticos “El Gato”
La maestra de primer grado, una mujer mayor…y un tanto descolocada, tuvo la gran idea de hacerme llevar un gatito vivo al aula. Mi gran amiga Marta Zelaya me ofreció el gato de su vecina, una gata mansa muy morronga y super buena.
Como la clase era por la mañana, Marta me trajo la gata la tarde anterior….para el sufrimiento de la pobre, que desconoció el ambiente. Se escondió dentro del motor de la heladera y nadie podía convencerla de salir. Finalmente mi papá la rescató y la encerró en una jaula….cosa que no le gustó nada al animalito….
La trasportamos a la escuela en la jaula y finalmente llegó la hora de la dichosa clase. La coloqué en una mesa de arena dónde la gata miraba atemorizada la horda de humanos pequeños que la miraban con asombro (como si nunca hubiesen visto un animal de tal especie!!!). Luego más aventureros comenzaron a tocarla, a tirarle la cola, las orejas….y todo fue caos…. indominable.
Sólo pude dar la clase con ayuda de mis compañeras que estaban observando la clase. Finalmente, exhausta por el esfuerzo terminé la clase y la maestra me puso un triste cinco.
Pensando en la experiencia después de tantos años……tengo que decir varias cosas: primero perdón a la gata por la tortura que debió soportar. Segundo gracias a mis compañeras por la ayuda inestimable que me prestaron. Y tercero siento que fue una experiencia terrible que impidió que en 32 años de docencia jamás se me ocurriera repetir y exponer a mis practicantes a una situación tan fuera de lugar.
Silvia Ferreira 5to “C”
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